Felices
los artistas que entienden que son simples servidores
musicales por medio de los cuales los demás creen
en el Señor. Felices porque enseñan a
seguir "a Jesucristo como Señor" (
2 corintios 4, 5) y no a sí mismos por su canto.
Hoy que la industria cultural arrastra grandes multitudes
de "fans" a seguir ídolos humanos prefabricados
como objetos de consumo.
Felices
los artistas que no se dejan seducir por el orgullo,
la vanidad y la soberbia que les da un liderazgo musical
otorgado por los hombres, porque han comprendido que
el poder viene de Dios.
Felices
los artistas que practican la caridad con los más
pobres. Porque Jesús dijo: "Todo favor que
habéis hecho a los demás, aunque sea a
los más humildes, yo lo recibo como hecho a mí
mismo". Mateo 25,40.
Felices
los artistas que guardan una armonía cristiana
en su vida personal , familiar y comunitaria, dando
ejemplo a los demás por lo que creen, dicen,
cantan, hacen, piensan y sienten.
Felices
los músicos que han sido objeto de persecución,
rechazo, burla, o que han sufrido carencias físicas
por cantar el Evangelio. Cor. 4 1-2 "No nos desanimemos
porque Dios, en su misericordia, nos ha encargado este
trabajo".
Felices
los artistas que crean sus obras no solo con la razón
y la voluntad, sino con fe y con amor a Dios.
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