"Mantenerse firmes", "continuar" y "dar fruto" son
algunos entre los términos clave de estas oraciones: "Que podamos
afirmarnos en la vida en el misterio del nuevo nacimiento"; o "que lo
que celebramos en nuestra oración podamos continuarlo en nuestras
vidas"; y también "que el misterio que celebramos en pascua pueda dar
fruto en todo tiempo". Todo esto queda expresado con mayor claridad, si
cabe, en la oración del lunes de la tercera semana: "Concede a todos los
cristianos rechazar lo que es indigno de este nombre, y cumplir cuanto
en él se significa".
La vida cristiana es una vida de amor, amor que debe inspirar todos nuestros pensamientos y acciones. En la misa de la vigilia pedíamos que el Señor nos llene del espíritu de su amor y nos haga a todos uno en el corazón. La petición del aumento de amor y de la unidad en la Iglesia se encuentra en varias otras oraciones poscomunión; por ejemplo, en la del sábado de la segunda semana: "Te pedimos, Señor, que esta eucaristía, celebrada como memorial de tu Hijo, nos haga progresar en el amor".
No es cualquier amor el que renueva al que oye, o mejor al que obedece, sino aquel a cuyo propósito añadió el Señor, para distinguirlo del amor puramente carnal: como yo os he amado. Este es el amor que nos renueva y nos hace ser hombres nuevos, herederos del nuevo Testamento, intérpretes de un cántico nuevo. Este amor, hermanos queridos, renovó ya a los justos antiguos, a los patriarcas y a los profetas, y luego a los bienaventurados apóstoles; ahora renueva a los gentiles, y hace de todo el género humano, extendido por el universo entero, un único pueblo nuevo, el cuerpo de la nueva esposa del Hijo de Dios.
La vida cristiana es una vida de amor, amor que debe inspirar todos nuestros pensamientos y acciones. En la misa de la vigilia pedíamos que el Señor nos llene del espíritu de su amor y nos haga a todos uno en el corazón. La petición del aumento de amor y de la unidad en la Iglesia se encuentra en varias otras oraciones poscomunión; por ejemplo, en la del sábado de la segunda semana: "Te pedimos, Señor, que esta eucaristía, celebrada como memorial de tu Hijo, nos haga progresar en el amor".
No es cualquier amor el que renueva al que oye, o mejor al que obedece, sino aquel a cuyo propósito añadió el Señor, para distinguirlo del amor puramente carnal: como yo os he amado. Este es el amor que nos renueva y nos hace ser hombres nuevos, herederos del nuevo Testamento, intérpretes de un cántico nuevo. Este amor, hermanos queridos, renovó ya a los justos antiguos, a los patriarcas y a los profetas, y luego a los bienaventurados apóstoles; ahora renueva a los gentiles, y hace de todo el género humano, extendido por el universo entero, un único pueblo nuevo, el cuerpo de la nueva esposa del Hijo de Dios.
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